Cuando nos peleamos con el espejo. Entendiendo los trastornos de la propia imagen
- Alejandro Siles
- 3 jun 2020
- 3 Min. de lectura
Creo que todos hemos tenido días en los que nos vemos al espejo y no nos gusta como nos vemos. Puede ser por nuestro peinado, algún rasgo en particular o incluso por nuestro peso en general. Si esto es algo momentáneo y podemos reconocer que muchas otras veces somos capaces de vernos con satisfacción o confianza, no te preocupes, es normal tener malos días.
¿Pero qué pasa cuando eso es algo recurrente? ¿Qué pasa cuando la imagen que nos devuelve el espejo no nos gusta y sentimos que ese defecto afecta de forma negativa nuestra vida?
Dismorfofobia es el nombre que se usa para describir un trastorno que afecta a muchas personas, especialmente adolescentes, en la que se presenta un defecto físico imaginaria o se exagera la importancia de un rasgo de forma negativa. Muchas de las personas con este trastorno recurren a dermatólogos, cirujanos plásticos o se exponen a rutinas excesivas de ejercicios o dietas extremas para "mejorar" o eliminar aquello que los angustia.
Creo que todos hemos visto alguna vez algo en nosotros que decimos que no está bien, pero quiero que te imagines que tu autoestima está firmemente ligada a ese "defecto". Una persona puede tener una cicatriz casi imperceptible y sentir que es deforme; una persona puede tener un peso normal y pensar que está obeso. Es una lucha constante entre lo que cree que ve en el espejo y la realidad.
Este malestar suele encontrarse como parte de muchos otros problemas ligados a la imagen y al peso. La vigorexia y la anorexia son entre los más comunes ligados a la alimentación o rutinas. Más adelante escribiré sobre ambos trastornos, pero por ahora quisiera poner unos ejemplos para entender como se relacionan:
Una persona se ve en el espejo y siente que le faltan músculos o que su cuerpo necesita más tonificación, por lo que se dedica a hacer rutinas de ejercicio cada vez más exigentes sin importar el malestar o lesiones.
Otra, se ve en el espejo y sólo nota que está con sobrepeso. Decide hacer dietas extremas hasta dejar de comer, buscando "la perfección" que sólo se logra al ver sus huesos. Incluso al llegar a ese punto, igual llega a ver gordura en el espejo.
En ambos ejemplos, hay una distorsión en la imagen que les impide verse tal y como son, encontrando defectos a pesar de cualquier acción que tomen (o si existen en realidad). No obstante, quiero resaltar que no es un tema de elección (no deciden sentirse así) ni tampoco la persona es vanidosa. Es un problema que les genera mucho malestar y sufrimiento.
En otras palabras, es una situación de dolor real para la persona. Sus pensamientos se encuentran invadidos por esta preocupación. Incluso, pueden dejar de realizar actividades normales por temor de que otros lo noten.
Si bien es importante el poder guiar a estas personas a recibir apoyo profesional, es importante tomar acciones en casa para que puedan sentirse mejor y darles mayor seguridad. Entonces, ¿Qué podemos hacer?
Orientar las conversaciones hacia otros temas que no tengan que ver con eso que les genera malestar.
No les hables de tus propias inseguridades. Eso sólo alimentará una conversación negativa.
Dales un espacio para hablar con seguridad y confianza. Que sientan que no están siendo juzgados.
Si bien puede que no entiendas el "por qué" se siente así, recuerda que para esa persona ese dolor es real. No hay que minimizarlo ni ridiculizarlo.
Reconoce los pequeños esfuerzos.
Recordemos que si bien es importante buscar apoyo profesional, el principal apoyo siempre se da en casa. Es necesario resaltarle a las personas que cuentan con apoyo en varios sentidos y que al final de cuentas, que no están solos.
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